Si mi madre, si me viera, si me viera los pensamientos, ¡ay de mí!, de mis penas, ¡ay de mis centellas!, yo hago lo que quiera ella (la conciencia) si es que me dejan, me oculto sin ismo ni culto ni pasamanos, para salir airoso, ser yo mismo. Aire en mis venas, vengan con veneno a vengarse de mí, de mis pavorosos pensamientos, ¡oh! poderosos. Ya veo vaporosos nuestros poros sin madre, miento, sin Dios, sin reglas, con cientos de arrepentimientos.
Me lo merezco.
Si mi madre me viera los pensamientos, se fijaría mejor la seño’, sabría pues, que es sólo un sueño, que sólo la sueño, no diría nada, me abrazaría y luego me escribiría una nota, en un papel, para yo leerlo cualquier día, y entre mis huesos hambrientos que comen papel, extrañarla y joder, que son sólo pensamientos.
Si mi madre supiera que alucino, en mi sofá, me arrancaría el cerebro, lo tiraría nomás, una sátira real, me pondría un poquito más de corazón, cerraría la puerta de aluminio del más allá, y me tendría más cerca, un poco más acá, pero no sabe, no sabe porque no alucino, soy justito una mala caricatura de Quino, hecha realidad en el sofá, derramando todo el vino, que es Real, como yo.
Si a mi madre le mandara una foto, de mí como Satanás, lloraría, pero me perdonaría luego, fuera de foco, en Dios no creo ni en Satán, ni en el mal de ojo, sí, en el talismán que se calienta en mi pecho. Mi madre no me entendería, ni mis amigos músicos, ni mis amigas artistas, sólo mis amigos escritores, que ya saben sin muchas pistas, que no se escribir, que como Napoleón, quisiera nunca aprender, que esto, madre te amo, que esto es una mueca.
Todavía no puedo.
Fernando Rodriguez
fernando.rodriguezvaca@hotmail.com
Colombia
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